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INSTITUCION EDUCATIVA SANTA TERESITA CHINCHINA

ALIMENTEMOS NUESTRO ESPIRITU

!LA VIDA ES BELLA!

!LA VIDA ES BELLA!

La actitud frente a la vida es decisiva para vivir bien. Hay gente que carga desde la infancia con una actitud negativa que avanza por el mundo, como los grafiteros, pintando de negro todas las paredes de la vida. Todo les cae mal: su familia, los amigos, el clima, todo. Viven de un humor negro y tienen el mal gusto de contagiarlo a los demás. ¡Qué lástima! Le ven el lado negativo a todo. Se levantan de mal humor y llegan al trabajo con cara de mal sueño: ni saludan a los colegas, ni les interesa el vecino para nada, fuera de dañarle la vida.

Seamos sinceros: a uno le toca trabajar con lo que recibió y de uno depende hacer la vida bella o de color negro y sabor a estiércol. Uno fabrica su vida, uno le da color, la actitud es decisiva.

Quien cultiva una actitud positiva encuentra trabajo y lo conserva, le rinde el sueldo para todo, vive de cara alegre y todo le sale bien.

No así al pesimista: a este todo le sale mal, porque tiene el mal gusto de echarle hiel a todo.

La forma de amanecer es definitiva para el resto del día: influye en todo. Si se siente mal, ponga orden en su interior antes de salir al mercado de la vida, no salga a repartir mal genio y a vender mal humor.

Le aconsejo: sea creyente o no -todos en el fondo somos creyentes-, comience el día con una breve oración al Señor de la Vida. Dígale buenos días, Amo. Pídale un corazón abierto y positivo, y encomiéndele todo: pídale que le enseñe a sonreír, aun ante enemigos y adversidades, y verá cómo, a la larga, la oración funciona. Algo parecido debe hacer al final del día: antes de entregarse al sueño, reconozca las faltas que haya cometido, pídale perdón, dele gracias por todo y cobíjese con su amor: verá cómo duerme de bien.

A Mahatma Gandhi le preguntaron cuáles son los factores que destruyen al ser humano. Y respondió, dando unas pautas muy sabias que me hizo llegar un buen amigo:

"La política sin principios, el placer sin compromiso, la riqueza sin trabajo, la sabiduría sin carácter, los negocios sin moral, la ciencia sin humanidad, la oración sin caridad. La vida me ha enseñado que la gente es amable: que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; y amargas, si estoy amargado. Que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente es de mal genio, si yo lo soy; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido. La vida es como un espejo: si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida es la misma que la vida toma frente a mí. El que quiera ser amado, que ame". ¡Genial!

Y para completar el cuadro, le repito lo que dijo Peter Tarlow, experto en atraer turistas, a propósito de nuestros noticieros: "Hay que hacer cosas positivas para reemplazar la percepción negativa. Hoy veía un noticiero de la TV colombiana y era una cosa negativa tras otra. Tuve miedo de salir a la calle. Yo sé que eso vende, pero también destruye".

Tiene toda la razón nuestro ilustre visitante: los noticieros espantan a los turistas y destruyen el psiquismo de los niños. Buen padre de familia es el que prohíbe a sus hijos ver "morticieros", como los llamé en una columna, de hace unos cuantos meses, que tuvo unánime acogida.

Resumiendo: si quiere vivir de capa caída y con el ánimo por el suelo, acostúmbrese a ver noticieros. Para estar bien informado basta con una buena revista y un buen periódico.

Para vivir contento, fomente la actitud positiva y vuelva a leer las pautas de Gandhi: ¡la vida es bella!

Alfonso Llano Escobar, S. J.
cenalbe@javeriana.edu.co

LLÉVENME AL CEMENTERIO

LLÉVENME AL CEMENTERIO

Un sabio maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que se declaraban en contra del matrimonio. Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando éste se apaga en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio.

El maestro les escuchó con atención y después les relató un testimonio personal:

- Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno cuando sufrió un infarto y cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, condujo hasta el hospital mientras su corazón se despedazaba en profunda agonía. Cuando llegó, por desgracia, ella ya había fallecido.

Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con él. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. Él pidió a mi hermano teólogo que dijera algunas reflexión sobre la muerte y la eternidad. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió “llévenme al cementerio”.

“Papá” , respondimos: ¡Son las 11 de la noche! No podemos ir al cementerio ahora! Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: “No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años”. Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador y, con una linterna llegamos a la lápida.

Mi padre la acarició, oró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos:

“Fueron 55 buenos años…¿saben?. ¡Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así!. Hizo una pausa y se limpió la cara. Ella y yo estuvimos juntos en todo. Alegrías y penas. Cuando nacieron ustedes, cuando me echaron de mi trabajo, cuando ustedes enfermaban, continuó: Siempre estuvimos juntos. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de muchos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos y perdonamos nuestras faltas… hijos, ahora se ha ido y estoy contento, ¿saben por qué?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera…”

Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lágrimas. Lo abrazamos y él nos consoló:

-Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día. Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo y no tiene que ver con el erotismo. Más bien es una comunión de corazones que es posible porque somos imagen de Dios. Es una alianza que va mucho mas allá de los sentidos y es capaz de sufrir y negarse cualquier cosa por el otro.

Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle. Ese tipo de amor les superaba en grande. Pero, aunque no tuviesen la valentía de aceptarlo de inmediato, podían presentir que estaban ante el amor verdadero. El maestro les había dado la lección mas importante de sus vidas.

Efesios 3:17-21
 que Cristo habite por la fe en vuestros corazones, para que, arraigados y cimentados en el amor, podáis comprender con todos los santos cuál es la anchura y la longitud, la altura y la profundidad, y conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que os vayáis llenando hasta la total Plenitud de Dios. A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén.

Efesios 5:25
 Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella.

Un agradecimiento muy especial a:
 Isidoro Avila. Colombia

SI NO FUERA PECADO ¿LO HARIA?

SI NO FUERA PECADO ¿LO HARIA?

Vale la pena quitarse de la cabeza esa insinuación que no viene de Dios, sino del propio egoísmo

Autor: P. Fernando Pascual | Fuente: Catholic.net

 Una “buena tentación” es aquella que repite una y otra vez: “si me sigues, si cedes sólo por esta vez, si dejas el rigorismo, si te permites este pecadillo, ganarás mucho y perderás muy poco”. Ganar mucho dinero con una trampilla, o lograr un rato de diversión pecaminosa después de una semana de tensiones en el trabajo o en la familia, o conseguir un buen contrato a base de calumniar a un amigo, o…

 A veces evitamos ese pecado sólo porque la conciencia nos pone ante nuestros ojos esa frase decisiva: “No lo hagas, es pecado”.

 Sí, ya sé que es pecado, respondemos. Pero, si no fuera pecado, ¿lo haría?

 Formular esta pregunta es señal, seguramente, de que no comprendemos la maldad que hay detrás de esa tentación. La vemos tan apetecible, tan fácil, tan a la mano, tan “buena”, que… Pero es pecado, nos dijeron en la catequesis, leímos en un libro, nos recordó un amigo sacerdote…

 Hemos de comprender que algo es pecado no sólo porque un día Dios dijo: “Esto está mal: no lo hagas”. En realidad, si algo está mal (y Dios, porque nos ama, nos lo recuerda) es porque con esa acción ofendemos a Dios, dañamos al prójimo y nos degradamos a nosotros mismos. O, como decía santo Tomás de Aquino (siglo XIII), “ofendemos a Dios sólo cuando actuamos contra nuestro propio bien” (“Summa Contra Gentiles”, III, cap. 122).

 El pecado no es, por lo tanto, como algunas normas de tráfico. Cuando busco un lugar para dejar el coche y veo la señal “prohibido aparcar”, es posible que me enfade, que no esté de acuerdo con el alcalde o con la policía. Dejar el coche ahí, en ese lugar concreto, quizá no molesta a nadie. Sé que está prohibido, pero si no estuviese prohibido, allí aparcaría… Incluso con la total certeza de que no causaría daño a nadie.

 En otras ocasiones, en cambio, la misma señal de tráfico vale no sólo porque la pusieron allí, sino porque descubro que es justo, es bueno, no aparcar en ese lugar. Incluso habrá momentos en los que llegaré a una calle donde me gustaría aparcar, donde no hay señal alguna (¡está permitido aparcar allí!), pero no aparcaría porque me doy cuenta de lo mucho que perjudicaría a otras personas si lo hiciera.

 El pecado es parecido al segundo ejemplo. No depende de la imaginación de Dios o de algún capricho del catequista o del sacerdote. Si la Iglesia nos enseña que el robo es pecado, o el adulterio, o la calumnia, o el masturbarse, o el aborto, es porque en cada uno de esos actos perdemos algo de nuestra vocación al bien, al amor, a la justicia.

 No es correcto, por lo tanto, pensar: “si esto no fuera pecado, lo haría”. Porque si algo es malo, lo es siempre. Porque, además, mi condición de hombre y de cristiano me recuerdan que no vivo para seguir mis caprichos y buscar maneras para que las normas no me impidan realizar lo que me gustaría hacer ahora, sino que vivo para amar y hacer el bien, a todos y en todo. Por eso no quiero saltarme aquellos mandamientos que me apartan del mal para invitarme a hacer el bien.

 Nos será más fácil superar la tentación del “si esto no fuera pecado…” cuando profundicemos y conozcamos mejor el porqué de los mandamientos, el sentido de cada norma ética, el bien que ganamos cuando queremos ser honestos. Los mandamientos no son imposiciones arbitrarias, sino señales que nos indican dónde está el bien y el mal, qué nos ayuda a vivir en amistad con Dios y con nuestros hermanos, y qué actos hieren esa amistad.

 Por ejemplo, si no robo, aunque tenga que esperar más años para comprarme un coche nuevo, viviré con la conciencia más tranquila y en mayor paz con quienes viven a mi lado. Porque habré respetado el derecho de otro a un dinero que es suyo, que merece tener, que no puedo apropiarme sin dañarle y sin herir mi conciencia.

 Lo mismo vale para los demás casos: el mal de cada acto pecaminoso es tan grave que destruye riquezas de la propia vida y de la vida de los demás, y por lo mismo es muy bueno no ceder nunca a la voz insidiosa de una tentación que me presenta como fácil y posible algo malo.

 Pensemos, además, en positivo: cuando digo no a un pecado, entonces mi corazón está (al menos, debería estar) más dispuesto a hacer más cosas buenas, a vivir más a fondo mi condición de soltero o de casado, de padre o de hijo, de estudiante o de trabajador, de amigo o de ciudadano honrado.

 Por eso, vale la pena quitarse de la cabeza esa insinuación que no viene de Dios, sino del propio egoísmo: “Si no fuera pecado…” Habría que sustituirla por esta otra: “Porque sé que es pecado, centraré mi mirada en el mucho bien que puedo llevar a cabo por otros caminos santos y buenos”.

 De este modo, creceremos cada día en nuestra condición cristiana, viviremos como hijos que están a gusto en casa, con su Padre de los cielos, con tantos hermanos que también quieren ser justos y difundir amor para con todos. Aunque ahora tengamos que luchar enérgicamente contra una tentación fácil, aunque tal vez pensemos que estamos “perdiendo” una ocasión única.

 Es muchísimo lo que gano si conservo mi espíritu abierto para amar, para estar muy cerca de ese Dios que tanto ha sufrido por hacer más bueno mi corazón cristiano…

LIGERO DE EQUIPAJE:

LIGERO DE EQUIPAJE:

 

Sonrisa En esta aventura de vivir, es necesario estar dispuestos a enfrentar cualquier terreno con tal de no perder el camino, más que correr y pasar por encima de todos para ser el primero en llegar, es mejor dar pasos cortos con pisadas firmes que van haciendo amigos y dejando huellas por los senderos en los que hemos de pasar.

Como todo viaje, es necesario un equipaje, que no se convierta en carga pesada que nos impida avanzar, nos llene de cansancios y algunas veces hasta de ganas
de renunciar, por eso siempre es bueno revisar qué hemos venido cargando y
acumulando, para saber que hay que dejar o que nos falta empacar.

Es hora de ir liberándonos de toneladas de presiones, complejos, culpas,
miedos, heridas, cicatrices y rencores del presente y pasado, que con el paso
del tiempo se van acrecentando; sacar de la maleta los pensamientos pesimistas
y sentimientos negativos que nos van atando, y despojarnos de paradigmas,
falsas creencias, que han hecho que los sueños y la fe se vayan mutilando. Y
veremos como se va enderezando nuestro paso, y nos vamos haciendo como el
viento más livianos, y que tanto peso que llevábamos sobre
nuestras espaldas nos estaba estancando.

Hay que desistir de la pereza, la inconstancia y falta de perseverancia que nos
acomoda en el facilismo que realmente no lleva a ningún lado; es mejor
alimentarse de valor, fe y tenacidad, sólo así podremos siempre trascender y
llegar más allá. Es mejor llenar la valija de sueños y esperanzas, confianza en
el Amigazo fiel que sabe guiar y nunca nos va a fallar; incluir en los
bolsillos la alegría y la paz interior para los momentos de dificultad, una
sonrisa que por muy pequeña que sea siempre ilumina la más profunda oscuridad, la magia del niño interior que tenemos dentro, no la podemos dejar perder porque es la que nos hará sentir siempre que todo por muy difícil que parezca se puede alcanzar. Imposible no incluir en nuestra bolsa los recuerdos de todos nuestros seres queridos que a lo largo del camino hemos conocido, y no olvidar llevar el inventario de bendiciones que Dios a diario nos ha de regalar,
intentar llenar con ella los vacíos que encontremos dentro del alma, para que
no se acumulen en ella la soledad, baja autoestima, depresiones y angustias que
nos torturan como piedras en el zapato y nos impiden avanzar.

Y así, revisando a diario nuestro equipaje, sabremos que es lo ligero y esencial para llevar en este viaje, y recorremos el camino experimentando que podremos ser feliz aunque tengamos que reír o llorar, puesto que la felicidad no es una meta, sino una manera de viajar.

Es el momento de rebuscar en tu mochila y así puedas detectar, que te falta
incluir o de qué te debes liberar, para que te sientas ligero de equipaje y
seguro al andar, sabiendo que con lo llevas todo es posible y llegarás a donde
anhelas llegar.

MENSAJES CATEQUISTICOS

MENSAJES CATEQUISTICOS

 q “La oración es la elevación del alma hacia Dios o la petición a Dios de bienes convenientes”

  q “Dios llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso con El.

  q La oración acompaña a toda la historia de la Salvación como una llamada recíproca entre Dios

         y el hombre”

q En su enseñanza Jesús instruye a sus discípulos para que oren con un corazón purificado, una fe viva y perseverante, una audacia filial. Les invita a la vigilancia y a presentar sus peticiones a Dios en su nombre. El mismo escucha las plegarias
 
Te invito a que contestes las siguientes preguntas y compartas tus apreciaciones 
  •    ¿Para ti qué es orar?
  • ¿Cuáles son los mejores lugares para orar?
  • ¿Cuáles son las mejores formas de orar?
  • ¿Cuáles son los beneficios que trae la oración en familia? 

 

FRUTOS DE LA ORACION

La oración trae para todos grandes beneficios, muchos de los cuales ni siquiera alcanzamos a conocer: 

 

  1. La oración nos coloca en contacto directo con Dios, principio  y fin de nuestra existencia, y da sentido a nuestras obras de cada día.
  2. Nos permite crecer en el conocimiento y en el amor de Dios, Padre, Hijo y Espíritu Santo.
  3.  Nos ayuda a descubrir la Voluntad de Dios para con nosotros, lo que quiere Dios que hagamos en las diversas circunstancias de la vida.
  4.  La oración nos comunica paz, seguridad, confianza.
  5.  Nos ayuda a crecer en la fe y en nuestra adhesión a Jesucristo.
  6. Nos da fuerzas para luchar contra el mal.
  7. Nos hace abiertos y disponibles a Dios.
  8. Nos da la posibilidad de llevar con paciencia las dificultades y las penas
  9. Nos permite estar atentos y vigilantes; nos enseña a superar las tentaciones.
  10. En la oración aprendemos a tratar a Dios como Padre amoroso, rico en misericordia.
  11. Recibimos la fuerza del  Espíritu Santo quenos conduce a buscar y a preferir el bien y la verdad.
  12. Llenamos nuestro corazón con los sentimeintos de Jesús que nos permite mirar el mundo con sus ojos y actuar como el en favor de nuestros hermanos.
  13. En la oración recibimos las gracias que Dios nos comunica para ser en el mundo luz que ilumina a  los demás, sal qeu le da sabor, y levadura que fermenta a masa y hace crecer el reino de Dios en el mundo.

 

En muchas circunstancias de nuestra vida, la oración es lo único que puede salvarnos de la desesperación, de la soledad, del abandono y enriquecer nuestros sufrimientos y dolores físicos y espirituales, llevándonos a Dios, y permitiéndonos con ello a colaborar con el mundo y las necesidades de todo orden, y contribuir a la salvación de nuestros hermanos